domingo, 10 de octubre de 2021

La casa de los abuelos.


 Lloré mucho cuando volví a casa de los abuelos después de que falleciera la abuela. Me pasó lo mismo con los abuelos de El Burgo de Osma.
El primer día no lloré, porque estaba hablando por teléfono con la tía Tere y eso me ayudó a despistarme. El segundo día me vine abajo insoportablemente.

Levanté las persianas esos días. La gente dice que cuando pasan y ven todo cerrado les da mucha pena. Lo sé.

Lucho contra mi misma, sintiendo miedo cada vez que entro, pero sé que ir a la casa todo el tiempo es el único modo de ir anestesiando toda la pena que tengo.

Me siento huérfana del pueblo, cómo si ya no pintara nada o no tuviera nada qué hacer allí. Quizás porque los abuelos eran el motor de ello.

Creo que al cerrar la casa , también se encierran los recuerdos, el amor, las historias , mi infancia entera. Y es muy difícil despedirse de todo ello, porque es decirle adiós a toda una vida entera. 

Sé qué todo lo irá frenando el tiempo. Sólo pido que a papá y a mamá deje de dolerles tan fuerte. 

No hay vida después de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario