viernes, 8 de octubre de 2021

A mis abuelos. Qué han sido toda mi vida.





Una vez leí que los abuelos nunca mueren. Y lo entendí. Porque están presentes durante toda la vida, de manera inconsciente somos lo que nos han enseñado, lo que nos han contado, lo que nos han amado. Son de los mejores regalos que un niño puede recibir para crecer: feliz, cómo yo lo he hecho. A tu lado abuela, al lado del abuelo Carlos, del abuelo Heliodoro, de la abuela Ana. Siendo el ingrediente principal para una infancia completa.

Quizás tu memoria empezara a fallar, pero sé que al final del viaje no el corazón. Y ahí queda todo el amor, porque al final es lo único que todos nos llevamos. Supongo que el abuelo se aburría sin ti en el cielo y estaba cansado ya de esperar. No lo sé. Pero ahora estás en un lugar donde tienen suerte de tenerte, afortunados son. Nunca me volverán a saber tan buenos unos rosquillos o la tortilla de patata o al menos nunca tendré esa sensación. Pero sólo puedo dar las gracias.  Ha sido mucho tiempo, muchos años, mucha suerte. Y seguiréis por siempre porque vuestro recuerdo está presente en cada palabra, cada hecho, cada paso. Solo merece la pena haber vivido por haberos disfrutado. Gracias por lo que nos habéis dejado. Nadie sabe lo afortunada que me siento. 

Adiós, amante. Hoy los ángeles reciben a uno nuevo, más que nunca.


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